El Valle de Ayala, en la provincia de Álava, lleva años siendo testigo de una realidad incómoda: el olvido sistemático de sus necesidades en cuanto a transporte público. Mientras el resto de las grandes ciudades vascas, como Bilbao o San Sebastián, ven mejoras notables en sus redes de Cercanías, aquí seguimos con trenes que datan de hace más de tres décadas. Trenes inaccesibles, sin baños y con problemas técnicos cada vez más frecuentes. Y la excusa de siempre es la misma: «La inversión llegará, pero tardará». Ahora, nos prometen trenes accesibles, pero no antes de finales de 2025 o 2026. ¿Es esto aceptable?
El aislamiento que sufre Ayala no es solo una cuestión geográfica; es también el resultado de una falta de previsión política que ha priorizado otras zonas en detrimento de comarcas rurales como la nuestra. Mientras las principales ciudades del País Vasco disfrutan de mejores conexiones y de trenes modernizados, Ayala parece estar siempre al final de la lista. Nos hablan de inversión, pero seguimos esperando las unidades de segunda mano procedentes de Madrid y Barcelona, trenes que estas ciudades reemplazan con flotas nuevas y mucho más modernas gracias a una inversión de 4.000 millones de euros.
El olvido de las zonas rurales
Ayala, con una media de edad alta y una población cada vez más envejecida, necesita un transporte accesible ya, no dentro de dos o tres años. Los colectivos de personas mayores y con movilidad reducida llevan años exigiendo lo que en otras partes del País Vasco ya es una realidad: la posibilidad de subirse a un tren sin barreras. Pero a día de hoy, para quienes usan sillas de ruedas o tienen dificultades de movilidad, el transporte ferroviario sigue siendo un obstáculo insalvable. Este problema afecta también a familias con cochecitos de bebé, y la falta de baños en las estaciones y trenes añade otra capa de complejidad.
La respuesta de los políticos ha sido insuficiente. Aunque se han adaptado algunos andenes en la línea Bilbao-Orduña, las mejoras son parciales y no llegan a todas las estaciones. Y, por supuesto, no se ha abordado el problema de los trenes en sí. Mientras tanto, los trenes actuales continúan deteriorándose, las averías aumentan y las soluciones no llegan.
La comparación con otras regiones
Es inevitable comparar la situación de Ayala con la del resto de las líneas de Cercanías en el País Vasco. En Bilbao, los trenes Civia ya forman parte del día a día de miles de pasajeros, ofreciendo accesibilidad y comodidad. Lo mismo sucede en Donostia, donde las inversiones en transporte público han sido más visibles y sostenidas. Pero en Ayala, dependemos de trenes obsoletos, que además de ser inaccesibles, son un riesgo por su falta de mantenimiento adecuado. Los retrasos y las averías son constantes, y la falta de personal en los talleres solo agrava el problema.
Una oportunidad perdida para los políticos
Los discursos de integración y accesibilidad llenan las agendas de los partidos políticos, pero la realidad en Ayala cuenta una historia diferente. La falta de inversión y planificación en zonas rurales como esta revela que, pese a los discursos, las prioridades están en otro lado. Mientras se destinan recursos millonarios a Madrid, Barcelona y las grandes ciudades vascas, comarcas como Ayala siguen esperando una promesa que parece no llegar nunca.
Este retraso en la llegada de trenes accesibles no solo afecta la movilidad de nuestros mayores y de las personas con discapacidad, sino que también envía un mensaje claro: Ayala no es una prioridad. ¿Hasta cuándo seguiremos siendo los últimos en la lista de inversiones? Los habitantes del valle merecen algo más que promesas vacías; merecen un transporte digno, accesible y moderno. Ayala necesita más que palabras: necesita acción.
Conclusión
El Valle de Ayala no puede seguir siendo la hermana olvidada del País Vasco. Los políticos deben dejar de lado las excusas y centrarse en implementar soluciones reales y urgentes para la accesibilidad en nuestra comarca. Los trenes accesibles no pueden seguir siendo una promesa lejana. Ayala merece el mismo trato que el resto de las regiones del País Vasco. Es hora de que nos escuchen.