El fracaso de las políticas laborales y de vivienda: cómo el Gobierno está empujando a milES de personas a la pobreza laboral

En los últimos años, hemos sido testigos de un endurecimiento de las condiciones laborales y una creciente precarización de los trabajadores, a pesar de que las reformas promovidas por los partidos de izquierdas se presentaron como soluciones para mejorar la calidad de vida. Lo que se ha logrado, sin embargo, es exactamente lo contrario. Reformas laborales mal planteadas, una Ley de Vivienda que ha disparado los precios de alquiler, una subida de impuestos que desincentiva la contratación y, ahora, la futura reducción de la jornada laboral, están llevando a miles de trabajadores a una espiral de pobreza laboral y a una sensación de impotencia creciente.

Estas medidas, lejos de resolver los problemas de fondo, han agudizado la precarización del empleo y empeorado el acceso a una vivienda digna. En este artículo analizaremos en detalle cada una de estas políticas y cómo sus consecuencias están llevando a España a una situación cada vez más insostenible.

1. La reforma laboral: precariedad en lugar de estabilidad

La reforma laboral promovida por el Gobierno tenía como objetivo principal mejorar la estabilidad del empleo y acabar con la precarización. Sin embargo, la realidad es que, lejos de haber logrado un aumento significativo en la contratación indefinida, se ha multiplicado el uso de contratos temporales y fijos discontinuos. Este último tipo de contrato, que se vende como una solución para proporcionar empleo estable, en realidad ha generado más inestabilidad.

El contrato fijo discontinuo permite a los empresarios a contratar a trabajadores solo por unos días o semanas al año, dejándolos en una situación de incertidumbre constante sobre cuándo volverán a ser llamados. Estos empleados, aunque formalmente tienen un contrato fijo, viven en una permanente inseguridad, sin poder planificar su futuro y, lo que es más importante, sin ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas. En muchos casos, los trabajadores fijos discontinuos se ven obligados a completar sus ingresos con trabajos informales o ayudas públicas, lo que demuestra el fracaso de la reforma.

Además, la reforma ha incentivado el uso de contratos a tiempo parcial , una modalidad que, en un contexto de alta carga fiscal para los empresarios, se ha convertido en la preferida por muchos. En lugar de ofrecer estabilidad y salarios decentes, se ha extendido el uso de contratos que permiten trabajar solo unas horas a la semana o al mes, con salarios que no permiten cubrir gastos como el alquiler, la electricidad o la alimentación. Este tipo de precariedad es el caldo de cultivo de la pobreza laboral que afecta a miles de personas en España, especialmente a mujeres y jóvenes.

2. La Ley de Vivienda: un mercado más caro y menos accesible

La Ley de Vivienda fue anunciada como una herramienta para controlar el mercado de alquileres y garantizar que los ciudadanos puedan acceder a una vivienda digna. Sin embargo, su implementación ha tenido el efecto contrario. Al limitar los precios de los alquileres y establecer controles que, en teoría, deberían beneficiar a los inquilinos, el mercado de la vivienda ha reaccionado reduciendo la oferta de inmuebles disponibles.

Los propietarios, temerosos de perder rentabilidad o de enfrentarse a trabajos burocráticos, han retirado propiedades del mercado, lo que ha generado una «bolsa mínima de vivienda» que ha disparado los precios de alquiler en muchas ciudades. En lugar de resolver el problema del acceso a la vivienda, la ley ha creado una situación donde menos personas pueden alquilar, y quienes lo logran deben pagar precios desorbitados. Además, la ley no aborda las verdaderas causas de la crisis de la vivienda, como la falta de nuevas construcciones aumentadas o la especulación inmobiliaria.

3. La subida de impuestos y las trabajos a la contratación: un golpe a los empresarios y los trabajadores

Otro de los grandes problemas derivados de las políticas del Gobierno es la constante subida de impuestos a las empresas y las cada vez mayores trabas para la contratación. Los altos costes laborales y fiscales desincentivan a los empresarios a ofrecer contratos indefinidos y bien remunerados. Las empresas se ven obligadas a reducir costes, y una de las primeras áreas en sufrir recortes es la contratación.

La carga fiscal que recae sobre los empresarios, combinada con la rigidez de las normativas laborales, ha hecho que muchos prefieren recurrir a contratos temporales o a subcontratar parte de su actividad, lo que precariza aún más el empleo. En lugar de promover la creación de empleo de calidad, el Gobierno ha creado un entorno donde los empresarios tienen más incentivos para contratar a corto plazo o a tiempo parcial, generando trabajadores «pobres» que, a pesar de tener empleo, no pueden vivir dignamente.

4. La reducción de la jornada laboral: una medida que aumentará la precarización

La próxima reforma que el Gobierno pretende impulsar es la reducción de la jornada laboral . Aunque sobre el papel suena como una medida progresista, la realidad es que, en el contexto actual, solo agravará la situación de muchos trabajadores. Reducir la jornada laboral sin garantizar que se mantengan los salarios es una fórmula para aumentar la pobreza laboral.

Las empresas, ya afectadas por los altos impuestos y los costes derivados de la contratación, se verán obligadas a ajustar sus plantillas, contratando a más trabajadores a tiempo parcial o reduciendo los salarios. La medida, que en teoría debería permitir una mejor conciliación entre vida personal y laboral, se convertirá en una herramienta que profundizará la precarización de los empleos.

Si la reducción de jornada no viene acompañada de impuestos y de apoyo a las empresas para que mantengan salarios y contratación estables, lo que veremos será un aumento de la pobreza laboral, la contratación temporal y el trabajo parcial, lo que afectará gravemente a sectores como la hostelería, la agricultura y el comercio, que ya están precarizados.

Reflexión final: la necesidad de un cambio de rumbo

Lo que estamos viendo es el resultado de una serie de políticas mal diseñadas, donde la teoría no ha sido capaz de traducirse en mejoras reales para los trabajadores y ciudadanos. La reforma laboral ha generado más inestabilidad, la Ley de Vivienda ha encarecido los alquileres, la subida de impuestos ha sofocado la creación de empleo estable, y la futura reducción de la jornada laboral amenaza con empeorar aún más las condiciones laborales de millas de personas.

Es momento de que el Gobierno reconozca sus errores y adopte medidas que realmente benefician a los ciudadanos, en lugar de profundizar la precariedad. Las soluciones pasan por incentivar el empleo estable, reducir las cargas fiscales a los empresarios para fomentar la contratación de calidad, y adoptar políticas de vivienda que amplíen la oferta, en lugar de restringirla.

El fracaso de las «leyes estrella» de los partidos de izquierdas no debe ignorarse. Necesitamos políticas realistas, que promuevan el empleo digno y el acceso a una vivienda asequible, en lugar de seguir con parches que solo empeoran la situación. España no puede permitirse más políticas que, aunque bien intencionadas, lleven a millas de ciudadanos a la pobreza laboral.

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https://www.elcorreo.com/economia/57000-trabajadores-vascos-pueden-cubrir-gastos-basicos-20241016001450-nt.html

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