La transición energética en el País Vasco, liderada por objetivos ambiciosos de PNV, PSOE y PP y alineada con la Agenda 2030 y el Pacto Verde Europeo, se está convirtiendo a Álava en el “patio trasero” de macroproyectos solares y eólicos que amenazan la esencia de su territorio rural. La aparente obsesión por alcanzar cifras de energía “limpia” de forma rápida y masiva no solo desatiende las necesidades locales, sino que ignora el impacto devastador sobre el sector primario.
Álava se enfrenta a una sobredosis de infraestructuras que ignoran la voz de quienes sostienen el campo: agricultores y ganaderos. Estas familias, que durante generaciones han alimentado al país, ven sus tierras transformadas en campos de placas solares y torres eólicas que expulsan la agricultura y la ganadería para dar paso a beneficios corporativos y objetivos políticos. Esta “transformación verde” paradójicamente destruye nuestra capacidad de producción agrícola local, dejándonos más dependientes de importaciones alimentarias que son cada vez más caras e inciertas.
¿Es posible una transición justa? Parece que la respuesta no está en los planos actuales. La “transición” está arrasando con las raíces del campo alavés, y con ella, el sustento de muchas familias que ven cómo su modo de vida se reemplaza con intereses que poco tienen que ver con su bienestar o el de la región. Exijamos un equilibrio, uno donde la tecnología y el progreso respetan la vida y el trabajo de quienes han hecho de Álava un lugar de producción y no de explotación.
La justicia y la sostenibilidad deben guiar esta transición, no la prisa.
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