¿Quién es responsable de la tragedia en Bonaire? Reflexiones tras la inundación del centro comercial

Es imposible no estremecerse al ver las imágenes de Bonaire bajo el agua. Un día de compras, de rutina y familias paseando, se transformó en un escenario de desastre, con vehículos sumergidos, productos flotando y el miedo de que haya personas atrapadas en el aparcamiento. Pero detrás del lodo y el caos, queda una pregunta que nos duele hacer, pero que no podemos evitar: ¿quién permitió que un centro comercial se construyera en una zona tan propensa a inundarse?

Es desgarrador pensar en los familiares de las víctimas desaparecidas, que ahora viven horas de angustia. La tragedia de Bonaire no es solo un desastre natural, sino una catástrofe humana, con decisiones políticas y empresariales de fondo que necesitan revisarse y cuestionarse.

La responsabilidad: ¿el político o el promotor?

Si Bonaire se levantó en una zona de alto riesgo de inundación, alguien tiene que responder. La responsabilidad no puede disolverse en el lodo que ahora cubre el centro comercial. Aquí, tanto los promotores como las autoridades locales deberían dar explicaciones claras. El político que dio luz verde para construir en una zona inundable tiene una responsabilidad directa, ya que su deber es proteger a los ciudadanos, no exponerlos a riesgos previsibles. Por otro lado, el promotor que decidió seguir adelante, conocedor del terreno y sus características, también debe responder. ¿Hasta qué punto se priorizó el beneficio económico sobre la seguridad de las personas?

Este centro comercial, que para muchos es un lugar de encuentro, trabajo y entretenimiento, ahora es un espacio de peligro. Los días de lluvia intensa siempre han generado problemas en zonas como esta, algo que se sabe en Valencia. Sin embargo, tanto la administración que autorizó la obra como los promotores que construyeron y gestionan Bonaire parecen haber minimizado esos riesgos, confiando en que las probabilidades de una inundación catastrófica fueran bajas. Y hoy vemos las consecuencias de esa falta de precaución.

Una tragedia que se pudo evitar

Es momento de reflexionar seriamente sobre el urbanismo y las decisiones que tomamos como sociedad. No podemos permitir que el afán de lucro o el impulso por desarrollar cualquier terreno nos lleve a poner en riesgo vidas. Hoy, el desastre de Bonaire nos deja una lección dolorosa: hay decisiones que no pueden tomarse a la ligera, porque tienen un impacto directo en la seguridad de todos.

Mientras esperamos noticias sobre las posibles víctimas y desaparecidos, no debemos olvidar que esta situación pudo haberse evitado. La seguridad debe ser siempre una prioridad, y es necesario que las autoridades y los empresarios entiendan que su responsabilidad no se reduce a construir y ganar dinero, sino a garantizar que esas construcciones sean seguras para quienes las usan.

Para los familiares y afectados: todo nuestro apoyo

Desde aquí, enviamos todo nuestro apoyo y solidaridad a los familiares de las posibles víctimas y a todos aquellos que han visto su día de Todos los Santos transformado en una pesadilla. La tristeza y la incertidumbre que viven hoy exigen que esta tragedia no pase al olvido y que se tomen medidas reales para evitar que algo así vuelva a ocurrir.

Este desastre debe llevarnos a exigir una revisión completa de cómo y dónde se construyen estos centros de alto tránsito. ¿Queremos que estas tragedias se repitan? ¿Vale la pena arriesgar vidas por proyectos en zonas de riesgo? Que Bonaire sea el último ejemplo de lo que pasa cuando olvidamos que la vida y la seguridad de las personas siempre deben estar por encima de cualquier otra consideración.


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