El Gobierno Vasco ha decidido que casi la mitad del presupuesto del Departamento de Bienestar se destine a un cheque bebé de 200€ mensuales y a ayudas para la emancipación juvenil. En números, esto significa que de los 357 millones de euros asignados a bienestar social, 173 millones se enfocan en estos programas para incentivar la natalidad y ayudar a los jóvenes a independizarse. Pero aquí va la pregunta incómoda: ¿realmente 200 euros son suficientes para que las familias decidan tener hijos o que los jóvenes puedan emanciparse?
La realidad de las familias y los jóvenes en Euskadi
Si algo sabemos quienes vivimos en Euskadi es que tener un hijo o querer independizarse es un auténtico lujo. La realidad es que una ayuda de 200 euros al mes apenas roza la superficie del problema. Por un lado, muchas familias jóvenes que quieren tener hijos se enfrentan a alquileres imposibles o a hipotecas que asfixian su economía. Incluso aquellas familias que ya han dado el paso y tienen hijos se encuentran con un gran obstáculo: no hay plazas suficientes en las guarderías. Para que muchas madres y padres puedan seguir trabajando, el acceso a guarderías públicas o subvencionadas es crucial, y sin eso, los 200 euros de ayuda se quedan en poco o nada.
Por otro lado, los jóvenes que desean emanciparse llevan años viendo cómo los precios de alquiler no dejan de subir. Las ayudas son un alivio temporal, pero con la vivienda por las nubes y el empleo cada vez más precario, la cifra de 200 euros es claramente insuficiente para cubrir los gastos de la independencia real. ¿Acaso con 200 euros van a poder pagar un alquiler en ciudades como Bilbao o San Sebastián? La respuesta es obvia.
La fórmula que no funciona
Es evidente que el problema de la natalidad y la emancipación no se soluciona con cheques puntuales. En países que realmente han conseguido mejorar la natalidad, las políticas de apoyo a las familias van mucho más allá de una ayuda económica directa: implican acceso a vivienda asequible, guarderías y colegios con plazas suficientes y un entorno laboral que permita la conciliación real entre vida laboral y familiar. ¿Por qué no apostar en Euskadi por políticas que aborden las raíces del problema? Si realmente queremos que más jóvenes puedan independizarse o formar una familia, necesitamos invertir en infraestructuras y servicios de apoyo, no en ayudas que saben a poco y solucionan menos.
¿Qué pasa con otras necesidades?
Al destinar la mitad del presupuesto de Bienestar a estos programas, se están dejando de lado otras necesidades urgentes de la sociedad vasca. Las ayudas para familias en situación de pobreza o para combatir la exclusión social se quedan con un porcentaje muy bajo, mientras que cuestiones como la violencia intrafamiliar apenas reciben la atención económica que realmente necesitan. Parece que el Gobierno Vasco ha decidido concentrar los recursos en una única medida sin pensar en la multitud de necesidades que afectan a miles de ciudadanos en el día a día.
No nos engañemos: el problema es estructural
La natalidad y la emancipación son problemas complejos y requieren soluciones de fondo, no parches temporales. Las familias necesitan una estabilidad que un cheque de 200 euros no puede dar. Los jóvenes necesitan empleos dignos y vivienda asequible. Sin eso, no hay cheque que logre el objetivo de un crecimiento sostenido en la natalidad ni una emancipación real y segura. Es hora de que el Gobierno Vasco se plantee si estos 173 millones de euros están realmente bien invertidos.
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