¿Por fin Pradales ve la luz? Sobre la transición ecológica y el caos laboral en el País Vasco

Parece que el señor Pradales, lehendakari de Euskadi, ha tenido un momento de iluminación. Tras años de abrazar ciegamente la radical Agenda 2030 y su obsesión por una transición ecológica impracticable, ahora nos viene a decir que hay que repensar los plazos para no cargarnos la industria vasca. ¡Vaya sorpresa! Las empresas llevan años advirtiendo de esto. La transición no puede ser un salto al vacío, sino una evolución que permita a las empresas adaptarse y, al mismo tiempo, proteger los empleos.

La realidad golpea fuerte
Euskadi, con todo su potencial industrial, esta caminando peligrosamente por una cuerda floja. Sectores clave como la automoción o las energías renovables estan al borde del colapso porque nadie quiso escuchar a las empresas. Estas alertaron que imponer plazos imposibles para descarbonizar la economía no solo era un suicidio económico, sino también un golpe letal para los trabajadores. Ahora resulta que Pradales, después de tanto desoír, admite que hay que «combinar descarbonización e industria». ¿No era esto lo que llevábamos tiempo diciendo?

Conflictividad laboral: otro lastre reconocido
Otro punto que, al parecer, ya no se puede ocultar es la alta conflictividad laboral en el País Vasco. Según Pradales, hemos llegado a niveles «anómalos», sobre todo en el sector público. ¿De verdad hacía falta llegar hasta aquí para reconocer que el modelo actual no funciona? El alto absentismo, la ineficacia en la gestión del empleo público y la falta de cultura de diálogo han convertido a Euskadi en un lugar poco competitivo. Las empresas privadas lo saben, lo sufren y lo han dicho hasta el cansancio.

¿Un cambio de rumbo?
Aunque el enfado es evidente, hay que reconocer que las palabras del lehendakari traen una chispa de esperanza. Si de verdad se empieza a trabajar en adaptar la transición ecológica al ritmo de nuestra industria y en transformar el sector público, podríamos estar ante un punto de inflexión. No podemos permitir que Euskadi pierda su liderazgo industrial ni que los trabajadores paguen el precio de políticas mal planteadas.

Reflexión: escuchemos más y actuemos mejor
Es crucial entender que la sostenibilidad no está reñida con el desarrollo. Pero eso no significa imponer agendas rígidas que no se adaptan a las realidades económicas y sociales. Si queremos un futuro próspero para Euskadi, necesitamos una transición ecológica que sea una evolución, no una imposición. Y el sector público, por su parte, debe ser un motor de eficiencia y no un freno.

En conclusión
Pradales parece haber entendido, aunque tarde, que la radicalidad no lleva a ninguna parte. Ahora queda por ver si sus palabras se transforman en hechos. Las empresas, que han luchado para que esta realidad se reconozca, merecen que se las escuche y se actúe en consecuencia.

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