
Imagina que tu madre, tu padre, tu abuela o tu tío lleva meses esperando una llamada. Una llamada que nunca llega. Que cada día, a pesar de los dolores, del olvido, de la fragilidad, se levanta con la esperanza de que hoy sea el día en que el sistema —ese por el que tanto trabajaron, al que tanto dieron— se acuerde de ellos. Pero no. No hay camas. No hay plazas. No hay sitio para quienes lo dieron todo.
En Álava, 279 mayores con dependencia severa o total están en esa situación. Son 279 historias de abandono, de impotencia, de rabia contenida. Y mientras tanto, los políticos de todos los colores, de todos los partidos, siguen con su circo. Porque sí, en campaña todos se ponen la chaqueta de “comprometidos con nuestros mayores”. Nos repiten lo de “nadie se quedará atrás”, “vamos a reforzar los servicios sociales”, “las personas mayores son nuestra prioridad”. Pero cuando se apagan los focos y se reparten los sillones, la realidad es otra: no hay plazas, no hay recursos, no hay vergüenza.
El PNV y el PSOE, que gobiernan en Vitoria-Gasteiz y Álava, incluyeron en su programa cosas tan loables como ampliar viviendas comunitarias y aumentar plazas sociales. ¿Y el resultado? Más lista de espera. Más familias desesperadas. Más ancianos encerrados en casa porque no pueden valerse por sí mismos, o endeudándose para pagar una residencia privada a 3.900 euros al mes. ¿Quién puede asumir eso? ¿De qué sirve haber trabajado toda una vida, cotizado, ahorrado, si cuando llega el momento de necesitar ayuda, el Estado desaparece?
Y lo que más duele: ver cómo el dinero público se va en “chochocharlas”, en talleres de empoderamiento de la mujer en aldeas remotas de países donde el dinero se diluye en manos de ONGs o consultoras amigas. Ver cómo se dan ayudas a inmigrantes ilegales que nunca han cotizado, mientras nuestros mayores tienen que mendigar una plaza en una residencia. ¿Esto es justicia social? ¿Esto es solidaridad? No. Esto es una traición.
Y no solo es culpa de quienes gobiernan. También lo es de los que callan. De los que, desde la oposición, solo alzan la voz en campaña, pero no hacen nada ahora. ¿Dónde están las denuncias, las propuestas, la presión para que se cumplan las promesas? ¿Dónde está la valentía de mirar al votante a los ojos y decirle: “Te estamos fallando”?
Esta no es solo una cuestión de política. Es una cuestión de humanidad. De moral. De decencia. Hablamos de personas que convirtieron Vitoria en una ciudad ejemplar, que trabajaron desde la madrugada hasta la noche para levantar fábricas, comercios, familias. Personas que vivieron guerras, dictaduras, reconversiones industriales y crisis. Que pagaron sus impuestos, que cuidaron de otros, que nunca pidieron más de lo justo. Y ahora, cuando su cuerpo ya no les da para más, el sistema les dice: “No hay sitio para ti”.
El modelo de bienestar que tenemos está podrido. Injusto, ineficaz, ineficiente. Un modelo que reparte privilegios a quien más grita o más favores debe, pero olvida a los que ya no pueden alzar la voz. Un modelo que prefiere quedar bien en un informe de cooperación internacional antes que cuidar a quien tiene nombre, apellidos y toda una vida invertida en este país.
¿De verdad no hay voluntad para cambiar esto? ¿De verdad preferimos mandar a un becario a dar una charla de género en una aldea perdida a invertir ese dinero en ampliar plazas geriátricas en nuestro territorio? ¿De verdad vamos a seguir tolerando este insulto?
Hoy, te pido que no lo veas como una estadística. Piensa en tu madre. En tu padre. En tu futuro. Porque mañana, tú podrías ser el siguiente en esperar esa llamada. Esa cama. Esa ayuda que no llega. Y si no exigimos un cambio ahora, te aseguro que también te dirán: “Lo sentimos, no hay sitio para ti”.
#NuestrosMayoresImportan #AbandonoInstitucional #VergüenzaPolítica #DependenciaDigna #JusticiaParaNuestrosMayores #ÁlavaSinPlazas #PolíticosMentirosos #ChochocharlasNoResidenciasSí #BastaDePromesas #FamiliasAlLímite #EspañaOlvidaASusMayores #SistemaInjusto #PNVyPSOENoCumplen #ListasDeEsperaInfames