En un giro digno de las mejores telenovelas, el PNV, ese bastión de modales moderados y refinados, ha decidido bailar al ritmo de EH Bildu en la fiesta del euskera.
Sí, sí, hablamos de ese mismo PNV que durante tanto tiempo ha mirado por encima del hombro a Bildu. Pero, ¿quién podría resistirse a un vals tan seductor que critica, con toda la elegancia posible, las decisiones judiciales sobre el euskera? ¡Qué romance más inesperado!
Pero, ah, no podemos olvidarnos de nuestro querido PSE-EE. Ese partido que siempre ha sido el pilar de la coherencia… ¿o no? Ahora resulta que los mismos que en tiempos pasados podrían haber coqueteado con políticas similares, se presentan como paladines del respeto a las decisiones judiciales. ¡Qué ironia y capacidad de reinventarse y de… ejem… «consistencia»!
Es tan refrescante ver cómo estos socios del Gobierno vasco, que siempre han trabajado «mano a mano» en perfecta armonía (guiño, guiño), deciden que es momento de mostrar al mundo que las posturas políticas, al igual que la moda, son cíclicas y siempre vuelven.
La mejor parte de todo esto es la fascinante hipocresía del teatro político. Mientras que el PSE-EE se pone su mejor traje de indignación, uno no puede evitar preguntarse: «¿No han estado ellos, en algún momento, en el mismo baile que ahora critican?» Pero claro, el sarcasmo es una forma de arte y en la política, aparentemente, también.
En fin, esperamos con ansias el próximo episodio de este drama vasco. Y, mientras tanto, brindemos por esos giros inesperados y posturas cambiantes que hacen que la política nunca deje de sorprendernos. ¡Salud!»