Ayala: un valle olvidado en el laberinto de las promesas incumplidas

El valle de Ayala, antaño un motor económico y cultural del País Vasco, está viviendo una crisis que parece no tener fin. Las fábricas cierran, los campos se vacían y la juventud huye en busca de oportunidades que aquí ya no existen. ¿Cómo hemos llegado a esta situación? La respuesta es compleja, pero tiene mucho que ver con una mezcla de abandono político, planes mal ejecutados como el «Aiara Industrial Lab» y una agenda que parece más preocupada por seguir directrices globales que por defender a nuestra gente.

Una industria en caída libre

Las empresas que durante décadas dieron trabajo a miles de familias han caído una tras otra. Guardian, Glavista, Lipmesa… nombres que hoy solo traen recuerdos de mejores tiempos y un presente marcado por el desempleo. Ayala, una comarca cuya riqueza industrial fue un pilar para Álava, ahora sufre los estragos de una economía dependiente y obsoleta, que no supo adaptarse a tiempo.

El Aiara Industrial Lab, un proyecto que prometía revitalizar la economía de la comarca, ha resultado ser poco más que un escaparate vacío. Los grandes discursos sobre innovación y sostenibilidad no han traído empleo ni soluciones reales. Las empresas de sectores clave como la metalurgia y la automoción siguen enfrentándose a una tormenta perfecta: precios energéticos por las nubes, deslocalización y la falta de incentivos para mantener la actividad.

Agricultura y ganadería: los otros olvidados

Pero no solo la industria sufre. Nuestros agricultores y ganaderos, que llevan generaciones cuidando la tierra y los animales, están siendo arrinconados por políticas que parecen no valorar su esfuerzo. Los ataques constantes a este sector, en nombre de una sostenibilidad que no entiende la realidad rural, están llevando a muchos a abandonar el campo. ¿Quién va a producir nuestra comida si seguimos así?

Jóvenes sin futuro, familias sin esperanza

El paro en Ayala es más alto que en el resto de Álava, y no es difícil entender por qué. Con cada cierre, se destruyen no solo puestos de trabajo, sino también la confianza en el futuro. Nuestros jóvenes, formados y con talento, están dejando el valle porque aquí no hay oportunidades. Se van a otras zonas de España o incluso al extranjero, dejando atrás a familias que ven cómo el corazón de Ayala se queda vacío.

¿Qué opciones tienen los que se quedan? Muchas familias viven con el miedo constante de ser las próximas en perder su sustento. La falta de diversificación económica, un problema señalado desde hace años, sigue sin resolverse. Dependemos de industrias que ya no son viables, mientras las políticas sectarias de la Agenda 2030 siguen añadiendo obstáculos.

Reflexión: Ayala merece más

Es hora de ser claros: el «Aiara Industrial Lab» y las promesas de los políticos no están funcionando. No necesitamos discursos vacíos ni planes que se quedan en papel mojado. Ayala necesita inversiones reales, una apuesta firme por la industria y la agricultura, y políticas que pongan a las personas en el centro.

Los trabajadores de Guardian, los ganaderos que luchan por mantener sus explotaciones y los jóvenes que aún no han perdido la esperanza merecen un futuro mejor. Y ese futuro solo será posible si se escucha a quienes de verdad entienden la realidad de la comarca, no a quienes toman decisiones desde despachos alejados de nuestra realidad.

Ayala no necesita promesas; necesita hechos. Y los necesita ahora.

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