La tragedia que ha dejado la DANA en Valencia es simplemente desoladora. Más de 200 muertos, miles de familias sin hogar, calles convertidas en ríos y pueblos completamente destrozados. Pero, si algo suma dolor a una tragedia natural, es la falta de reacción y coordinación en una situación de vida o muerte.
Cuatro días. Cuatro largos días tuvieron que pasar antes de que el Gobierno decidiera desplegar al Ejército en la Comunidad Valenciana para ayudar. ¿De verdad el Ejército no debió estar ahí desde el minuto uno? En esas primeras horas, cuando cada segundo cuenta, vimos cómo la burocracia y la falta de liderazgo político dejaron a miles de personas atrapadas en el desastre. Hoy, mientras los familiares de las víctimas siguen buscando a sus seres queridos y ven cómo la ayuda no termina de llegar, la pregunta es inevitable: ¿falló el sistema de autonomías o fue pura y simple negligencia política?
¿Qué estamos esperando?
La imagen de miles de voluntarios valencianos formando el “ejército de las escobas” y organizándose por su cuenta es admirable. Es un recordatorio de que la solidaridad ciudadana es enorme y de que, en los momentos más oscuros, la gente está dispuesta a dejarlo todo por ayudar. Pero también es la prueba de que algo falla en el sistema, porque la ayuda institucional no llega. Si no hay infraestructura de emergencia que garantice que recursos esenciales, como el Ejército o la Guardia Civil, estén listos para desplegarse al instante en cualquier comunidad, ¿qué sentido tiene esta descentralización?
Para situaciones de crisis como esta, la respuesta debería ser rápida, ágil y coordinada desde un mando central, sin intermediarios. No podemos permitir que el «a ver quién manda» entre administraciones sea lo que marque el ritmo de la ayuda en una catástrofe.
La realidad detrás del «ya habrá tiempo para analizar negligencias»
La frase del presidente Sánchez, “ya habrá tiempo para analizar negligencias”, suena bien en los micrófonos, pero es insuficiente para los afectados. Las víctimas, las familias y los voluntarios no necesitan promesas vacías de que un día se evaluarán los fallos. Necesitan acciones y respuestas ahora. Muchos se preguntan si fue la descentralización de competencias lo que ralentizó la respuesta o si la causa fue la falta de liderazgo y el orgullo político que entorpecen la colaboración entre las administraciones.
En un sistema descentralizado, se supone que las autonomías tienen los recursos necesarios para responder ante emergencias. Pero esta DANA ha demostrado que, en momentos de máxima crisis, el sistema autonómico puede fallar de manera estrepitosa, dejando a las comunidades a la deriva. Entonces, ¿qué tipo de autonomía es esta, que necesita que la ayuda llegue desde Madrid días después? Quizás es hora de reflexionar sobre si en situaciones críticas es necesario recuperar ciertas competencias para asegurar una respuesta más eficiente y ágil en todo el territorio nacional.
Orgullo político y guerra de competencias, mientras la ayuda se retrasa
No podemos dejar de mencionar el papel que juega la política en la gestión de una catástrofe. En lugar de actuar como un solo país, parece que nuestras administraciones están más interesadas en discutir sobre quién tiene la competencia que en salvar vidas. La guerra de competencias y el orgullo entre diferentes gobiernos terminan siempre pagando el mismo precio: vidas y seguridad. Esta falta de unidad, de coordinación y de acción rápida se traduce en víctimas, y es algo que como sociedad no podemos permitirnos tolerar.
La DANA ha dejado una pregunta que nos duele y nos enfada: ¿por qué no reaccionamos antes? ¿Por qué hemos dejado que el tiempo, la burocracia y las rivalidades políticas se interpongan entre la ayuda y las personas? Si la descentralización significa que la respuesta llega días tarde y que hay una falta de coordinación entre comunidades, quizás es momento de replantearse su papel en este tipo de emergencias.
Reflexión final: más que promesas, necesitamos un cambio
La tragedia de la DANA en Valencia debe ser un antes y un después. No se trata solo de «analizar negligencias», como ha dicho Sánchez; se trata de corregir el sistema para que nunca más, en ninguna parte de España, una comunidad autónoma esté sola ante el desastre. Es hora de que los políticos entiendan que en estos momentos, la vida de las personas debe estar por encima de la política, el orgullo o las disputas de competencia.
La gente no necesita discursos ni promesas vacías, necesita respuestas reales. Porque cuando el dolor golpea, no espera. Es hora de cambiar, por quienes perdieron todo y merecen algo más que palabras. 💔
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