El reciente anuncio de la Diputación Foral de Álava, destinando 2 millones de euros a programas de empleo gestionados en parte por la Cruz Roja, ha levantado preguntas sobre la eficiencia del uso de los recursos públicos. Con Lanbide ya funcionando como el servicio vasco de empleo, encargado de la formación y la búsqueda de empleo para colectivos vulnerables, ¿es necesario involucrar a una segunda entidad para realizar las mismas funciones?
La duplicidad de gastos administrativos y de gestión entre estas dos instituciones plantea serias dudas. Cada euro destinado a mantener una estructura paralela es un euro que no llega a quienes más lo necesitan: las personas en desempleo. La falta de intercomunicación entre Lanbide y Cruz Roja no solo lleva a una dispersión de esfuerzos, sino que también fragmenta la atención que se brinda a los usuarios.
Optimizar la gestión unificando estos servicios en Lanbide permitiría destinar más recursos directamente a la formación, el asesoramiento y el acompañamiento de los desempleados, en lugar de a costos operativos duplicados. ¿Por qué mantener dos estructuras paralelas cuando podemos invertir mejor en las personas?
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