Hay un edificio en Asteguieta que parece sacado de una película post-apocalíptica: cristales rotos, cables colgando, paredes grafiteadas y escombros por todas partes. Sí, hablamos del primer hipermercado de Euskadi, una construcción que un día fue símbolo de modernidad y orgullo del Grupo Mondragón, pero que hoy en día es un verdadero dolor de cabeza para los vecinos. Abandonado desde 2003, este edificio, que fue de Eroski, se ha convertido en un refugio de grafiteros, un lugar de juego peligroso para adolescentes y un vertedero ilegal.
¿Un peligro de hoy, gracias a la imprudencia de ayer?
La construcción de este hipermercado en una zona potencialmente inundable es la primera gran pregunta. ¿Qué llevó al Ayuntamiento de Vitoria, en manos del PNV y bajo la alcaldía de José Ángel Cuerda en los 80, a conceder la licencia para levantar un hipermercado en un terreno con riesgo de inundación? Aunque en ese momento los criterios urbanísticos eran diferentes, no se puede dejar de lado la falta de previsión que se ha convertido en el origen de una pesadilla para el barrio de Asteguieta. No es solo que el edificio sea un peligro por su estado ruinoso, sino que además la propia ubicación complica enormemente cualquier intento de rehabilitar o demoler esta mole de hormigón en descomposición.
Eroski y el PNV: ¿dónde están ahora?
El Grupo Mondragón, al que pertenece Eroski, tiene una larga tradición de cooperativismo y arraigo en el País Vasco. Sin embargo, aquí parece que la responsabilidad social ha brillado por su ausencia. Eroski decidió mudarse al centro comercial El Boulevard hace ya más de 20 años y dejó atrás un edificio en ruinas, sin hacerse cargo de los problemas que podría generar.
Mientras tanto, el PNV, que siempre ha mostrado su apoyo al cooperativismo vasco, parece haber ignorado la situación, dejando que el tiempo y la dejadez se lleven por delante la seguridad de los vecinos de Asteguieta. ¿Qué clase de política de desarrollo local es esta, que deja a la gente convivir con un edificio abandonado y sin medidas de seguridad?
Un espacio sin control y un peligro constante para los vecinos
Los vecinos de Asteguieta no deberían vivir con el miedo a que un accidente ocurra en cualquier momento. No es de extrañar que los padres estén preocupados; los adolescentes suelen aventurarse en el edificio, subiéndose al tejado en ruinas, entre cristales y escombros, para hacer grafitis. Con el edificio abandonado y sin vigilancia, el riesgo de que algún joven sufra un accidente grave es altísimo. ¿Esperan las autoridades a que ocurra una desgracia para tomar cartas en el asunto?
Vertedero ilegal y falta de salubridad: otro problema añadido
No solo es un riesgo para la seguridad, sino que además el lugar se ha convertido en un basurero improvisado. Escombros, basura, y todo tipo de residuos se acumulan en los alrededores, convirtiendo la zona en un foco de insalubridad. Esta es la realidad que enfrentan día a día los vecinos de Asteguieta, quienes han pedido en repetidas ocasiones que se actúe. A pesar de las promesas, parece que tanto Eroski como el Ayuntamiento de Vitoria se han olvidado de ellos.
Reflexiones para el futuro: ¿quién asumirá la responsabilidad?
El futuro de este edificio es incierto. Su ubicación en una zona inundable complica su venta y limita las opciones de uso. Mientras tanto, los vecinos continúan soportando las consecuencias de decisiones poco responsables tomadas en el pasado. Es el momento de que Eroski, el Grupo Mondragón y el Ayuntamiento de Vitoria tomen la iniciativa y busquen una solución que no solo devuelva la seguridad al barrio, sino que también compense a los vecinos por tantos años de abandono y peligro.
Este caso no puede ser ignorado. Es hora de que los responsables asuman las consecuencias de sus decisiones y tomen las medidas necesarias para acabar con el que ya es un monumento a la dejadez en Euskadi.
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