El PNV, EH Bildu y el juego de los votos: ¿Hasta cuándo soportaremos estos bandazos por el poder?

Una vez más, el PNV nos sorprende… y no precisamente para bien. Ahora, en Álava, el partido se alinea con EH Bildu en defensa del «derecho a decidir», un concepto que no es sino un nuevo eufemismo para justificar posturas independentistas. Esta alianza coyuntural entre el PNV y EH Bildu, que ha ganado terreno en las Juntas Generales de Gipuzkoa, Bizkaia y, ahora, Álava, parece ser más una estrategia para conservar votos nacionalistas jóvenes que una convicción sincera. Y en el trasfondo, nos encontramos con un PSE que sigue apoyando al PNV, a pesar de que ambos partidos mantienen políticas que, en teoría, son opuestas. Un PSE que, al mismo tiempo, critica el separatismo… pero no duda en hacer alianzas cuando le conviene.

La doble vara de medir del PNV y el PSE

Los ciudadanos vascos no somos ingenuos; vemos claramente el doble juego del PNV, que intenta disfrazarse de abanderado del autogobierno y de los derechos de Euskadi para no ceder terreno ante EH Bildu. En la práctica, esto no es más que una estrategia política ante el evidente «sorpasso» de EH Bildu, que cada vez atrae más votos de jóvenes adoctrinados. Es un PNV que busca aparentar que escucha las demandas de un nacionalismo radical, sin comprometerse abiertamente a romper con el Estado español. Pero, ¿dónde queda su supuesto compromiso con el PSE? Ahí está la trampa: el PNV no dudará en girar en su postura para no perder terreno ante EH Bildu, mientras el PSE hace lo propio para no deshacerse de su alianza.

Por otro lado, el PSE se encuentra en una encrucijada. En teoría, representa una alternativa al nacionalismo radical, pero sigue aferrado a su pacto con el PNV, aunque esto implique aceptar posturas que contradicen sus propios principios. Así, cada movimiento nacionalista del PNV arrastra al PSE, que parece dispuesto a girar su discurso en cualquier momento para no perder su lugar en el gobierno. La coherencia de estos partidos parece estar siempre a merced de los votos, dejando a los ciudadanos con una amarga sensación de que las ideas y los principios son negociables. Y todo, ¿para qué? Para no perder el asiento, y para que el poder siga estando entre unos pocos.

EH Bildu y su avance entre los jóvenes

Resulta innegable el atractivo que EH Bildu ejerce sobre una nueva generación de vascos desencantados con las promesas incumplidas y las posturas ambiguas del PNV. EH Bildu ha sabido captar a estos jóvenes a través de una narrativa potente y directa sobre autodeterminación, en la que no titubean ni buscan términos tibios. Su postura es clara y ha conquistado a un electorado cansado de los bandazos y de la falta de un rumbo firme en el nacionalismo vasco. Al intentar contrarrestar este avance, el PNV se ha lanzado a una carrera de nacionalismo estratégico que, en el fondo, no es más que una reacción electoralista.

La pregunta es: ¿qué significa todo esto para los ciudadanos? Simple: que los partidos han convertido el juego político en una estrategia de supervivencia que prioriza los votos por encima de la coherencia y la estabilidad. ¿Cuántos ciudadanos en Euskadi se sienten realmente representados por estas políticas fluctuantes? ¿Cuántos sienten que los partidos, en lugar de defender sus derechos y necesidades, están dispuestos a cambiar de postura al menor indicio de perder votos? Esta estrategia, más que satisfacer los intereses de la población, genera desconfianza y desapego entre quienes estamos hartos de ver cómo se manipula nuestra representación en función de las encuestas y las conveniencias.

La necesidad de coherencia y responsabilidad

Lo que vemos ahora en el País Vasco es una triste representación de cómo los partidos están dispuestos a sacrificar sus principios en el altar de los votos. Los vascos merecemos algo más que alianzas estratégicas y discursos que cambian con el viento. Los partidos deben recordar que no se trata solo de ganar, sino de construir un futuro que respete a los ciudadanos y que se rija por la responsabilidad y la coherencia.

Es hora de que el PNV y el PSE se definan y asuman las consecuencias de sus posturas. Que no jueguen a ser todo y nada al mismo tiempo, y que respeten la confianza que tantos ciudadanos han depositado en ellos. Porque al final, los votos se ganan y se pierden, pero la integridad y el respeto hacia la ciudadanía deberían ser innegociables. ¿Hasta cuándo permitiremos que los intereses electorales dicten la política en Euskadi?


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