La historia reciente de Euskadi está marcada por grandes decisiones que, pese a tener el potencial de beneficiario a toda la región, han favorecido repetidamente a unas provincias por encima de otras. Álava, la gran relegada, ha sido víctima de una política desigual que ha concentrado recursos e infraestructuras en Bizkaia y, especialmente, Gipuzkoa. El caso del Tren de Alta Velocidad (TAV) es un ejemplo claro de esta discriminación histórica que, una vez más, deja a Álava al margen de decisiones clave que podrían marcar su futuro desarrollo económico y social.
Una elección irracional: el TAV por Gipuzkoa
La propuesta de conectar el TAV con Navarra a través de Gipuzkoa es un error que sigue alimentando este ciclo de injusticia. Si observamos las cifras, la incoherencia de esta elección es evidente: optar por Gipuzkoa implicaría un coste total de 2.061 millones de euros , más del triple de lo que costaría la alternativa alavesa, que asciende a 704 millones de euros.
Además, esta opción requeriría la construcción de un túnel de 21 kilómetros a través de la sierra de Aralar, un enclave natural de altísima importancia ambiental. ¿Estamos dispuestos a pagar este precio no solo en términos económicos, sino también ecológicos?
La conexión por Vitoria, por el contrario, aprovecha la orografía natural de la Llanada Alavesa, lo que reduce significativamente la necesidad de túneles y otras infraestructuras de alto impacto. Pero, una vez más, la balanza parece inclinarse hacia Gipuzkoa, a pesar de que la diferencia en tiempo de viaje sería tan solo de 5 minutos máximo.
En un contexto en el que se lucha por una mayor sostenibilidad y optimización de recursos, ¿cómo se puede justificar la elección de una ruta más cara, más destructiva y que apenas mejora la velocidad del trayecto?
Álava: la gran olvidada en las políticas del PNV
Esta situación no es un hecho aislado. Álava ha sido históricamente la provincia menos favorecida en las grandes decisiones estratégicas de Euskadi. A pesar de ser la sede de la capital del País Vasco, Vitoria-Gasteiz, y de contar con importantes polos logísticos e industriales, Álava ha quedado relegada en los planos de desarrollo, mientras que Bizkaia y Gipuzkoa han monopolizado inversiones clave. El PNV, que ha gobernado en Euskadi durante gran parte de su historia reciente, ha mostrado una clara preferencia por estas dos provincias, dejando a Álava como una mera espectadora de su propio futuro.
En el caso del TAV, este patrón se repite. Mientras Gipuzkoa ha recibido apoyos para su trazado, a pesar de los altos costos y el impacto ambiental, la conexión por Álava, mucho más económica y viable, parece ser ignorada o relegada a un segundo plano. ¿Por qué se permite que una provincia siga siendo marginada en decisiones que deberían beneficiar a todos los vascos?
Un impacto ambiental que no podemos permitir
La construcción de un túnel de 21 kilómetros en la sierra de Aralar no es solo una obra costosa, sino un atentado contra un entorno natural de gran valor. En tiempos de crisis climática, donde cada vez más se exige responsabilidad medioambiental, optar por una ruta que destruye parte de nuestro patrimonio natural es una decisión irresponsable. En contraste, el trazado por Álava minimiza el impacto ecológico al aprovechar un terreno mucho más llano y menos complicado, lo que reduce la necesidad de intervenciones destructivas.
La defensa del medio ambiente debería ser una prioridad, y no podemos permitir que se siga sacrificando por intereses territoriales o políticos. La ruta por Vitoria no solo es más respetuosa con el medio ambiente, sino que representa una opción más sostenible y coherente con los valores que, supuestamente, defendemos como sociedad.
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