El presidente Pedro Sánchez ha anunciado con orgullo que España destinará 400 millones de euros al Banco Mundial para combatir el hambre y la pobreza en el mundo, un 40% más que el año pasado. Sin embargo, esta generosidad internacional contrasta con la realidad que vivimos en nuestro propio país.
Según el XIV Informe ‘El Estado de la Pobreza’ de 2024, el 26,5% de la población española, es decir, unos 12,7 millones de personas, está en riesgo de pobreza y exclusión social. Además, el 8,3% de los españoles viven en pobreza severa
RTVE. Mientras tanto, los afectados por la erupción del volcán en La Palma siguen durmiendo en caravanas, y las víctimas de la DANA en Valencia aún esperan ayudas para reconstruir sus vidas.
Es irónico que, mientras nuestros compatriotas luchan por sobrevivir, el Gobierno busque protagonismo internacional con donaciones millonarias. ¿Quién ha autorizado esta donación? ¿No sería más sensato destinar esos fondos a combatir la pobreza en España antes de intentar salvar al mundo?
Es hora de reflexionar sobre nuestras prioridades. La solidaridad internacional es importante, pero no podemos olvidar a quienes sufren en nuestro propio país. Antes de buscar la foto en el extranjero, el Gobierno debería mirar hacia adentro y atender las necesidades de los españoles.
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