¿Hasta cuándo vamos a escuchar a los políticos minimizar la creciente inseguridad en nuestras calles, diciendo que se trata de «casos aislados» o «falsas percepciones»? Los datos no mienten: las agresiones con armas blancas aumentan, las agresiones sexuales se disparan y las cifras de criminalidad alcanzan récords históricos. A pesar de esto, aquellos en el poder siguen pintando un cuadro donde la inseguridad es simplemente una ilusión de la sociedad.
Lo más preocupante es que este aumento coincide con otros factores de gran impacto social, como el crecimiento descontrolado de la inmigración, que, sin una integración adecuada, genera tensiones. Las estadísticas de violencia nos muestran que hay problemas reales, no percepciones subjetivas. ¿Cuántas más víctimas deben sufrir para que se tomen medidas serias y efectivas? Los ciudadanos no podemos seguir siendo ignorados mientras la delincuencia campa a sus anchas y el miedo se apodera de nuestros barrios.
Es hora de exigir responsabilidad y que los políticos dejen de jugar con la narrativa de «todo está bajo control». Lo que está en juego no es solo la seguridad, sino la confianza de una sociedad que ya no se siente segura en sus propias calles. ¿Cuándo llegará el momento de reconocer que la seguridad no es una percepción, sino un derecho?
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