A estas alturas, la famosa ‘Y Vasca’ va camino de durar más que la construcción de las pirámides de Egipto. Lo que empezó en 2006 como un ambicioso proyecto para conectar Euskadi con la alta velocidad ferroviaria, en 2024 sigue siendo un cúmulo de retrasos, sobrecostes y, sobre todo, un ejemplo de cómo las tensiones políticas y la dejadez administrativa pueden dinamitar el desarrollo de infraestructuras clave para el país.
Un fracaso compartido: central, autonómico y abertzale
Es imposible señalar un único culpable de este despropósito.
- El Gobierno central: Pasaron años mirando hacia otro lado, como si esta obra no fuera con ellos. ¿Por qué esperar hasta 2024 para ceder la gestión del nudo de Arkaute al Gobierno Vasco? Esta decisión debió tomarse mucho antes, pero claro, las prioridades de Madrid rara vez coinciden con las necesidades reales de las regiones.
- El Gobierno Vasco: Por su parte, no queda libre de culpa. Han aceptado la cesión de competencias, pero el anuncio de que los trabajos ni siquiera empezarán hasta finales de 2027 deja claro que tampoco están a la altura. ¿Cómo es posible que algo tan vital para la conexión ferroviaria y el desarrollo económico de Euskadi siga atrapado en papeles y licitaciones?
- La izquierda abertzale: Desde siempre, ha torpedeado el proyecto con su rechazo ideológico. Su oposición a la ‘Y Vasca’ no solo ha ralentizado los avances, sino que también ha añadido un elemento de conflicto innecesario, impidiendo cualquier consenso político real.
25 años de retraso: ¿qué están escondiendo?
Desde 2020 no hay datos oficiales del coste total del proyecto. Sabemos que en ese año ya acumulaba un sobrecoste del 54,7%, pasando de 4.200 millones de euros a 6.500 millones. Pero, ¿qué ha pasado desde entonces? ¿Cuánto dinero más estamos enterrando en esta obra interminable? La falta de transparencia es indignante. ¿Qué intentan ocultar las administraciones? ¿Que se les ha ido de las manos y ya no saben cómo justificarlo?
Un retraso que hace daño a todos
Esta obra no es solo un tren; es una oportunidad perdida para modernizar Euskadi, mejorar la sostenibilidad y conectar a la región con el resto del país y Europa. Cada año que pasa, los sectores industriales, turísticos y comerciales pierden competitividad, quedando obsoletos frente a otras regiones que sí avanzan.
Mientras tanto, las administraciones central y autonómica tratan este proyecto como si fuera un trámite más. No hay un sentido de urgencia, no hay una visión a largo plazo. Y lo peor, no hay responsabilidad. Es como si no les importara el impacto real que este retraso tiene en la ciudadanía.
¿Un estado fallido?
Lo que está pasando con la ‘Y Vasca’ es un reflejo de los problemas estructurales de España y, en particular, del modelo autonómico. Este sistema, lejos de agilizar la gestión, ha convertido cada proyecto en una pelea interminable de competencias e intereses políticos. ¿No deberíamos replantearnos si este modelo está funcionando? Porque lo que queda claro es que, cuando los gobiernos central y autonómico chocan, los únicos que pierden somos los ciudadanos.
¿Qué hacemos ahora?
Es hora de exigir transparencia, responsabilidad y resultados. Ya basta de echar la culpa a los demás y de tratar las infraestructuras estratégicas como herramientas de negociación política. La ‘Y Vasca’ debería estar terminada y funcionando hace años. Pero no, aquí seguimos, pagando las consecuencias de la incompetencia y los intereses de unos pocos.
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