La reciente apuesta del PNV por el «derecho a decidir», sumada a la tradicional defensa de esta idea por parte de EH Bildu, ha vuelto a poner sobre la mesa uno de los temas más divisivos en la política vasca. En un contexto donde la sociedad reclama estabilidad, prosperidad y soluciones a problemas reales como la vivienda o el empleo, tanto el PNV como Bildu parecen empeñados en reabrir un debate que ya ha demostrado ser fuente de tensiones profundas. No podemos olvidar lo que sucedió en Cataluña, ni las consecuencias que tuvo para su sociedad. Entonces, ¿es este el camino que debemos seguir en Euskadi?
Un debate innecesario en tiempos inciertos
Es difícil no preguntarse si la insistencia del PNV y de EH Bildu en promover el derecho a decidir realmente responder a las necesidades de la ciudadanía vasca. Tras años de relativa calma y de avances en autogobierno, esta nueva apuesta por una mayor soberanía parece más una táctica electoral que una solución genuina a los problemas que enfrentamos. Mientras las preocupaciones diarias de los ciudadanos giran en torno a cuestiones prácticas como la economía, el empleo o la sostenibilidad, estos partidos parecen decididos a llevarnos por una senda que, más que generar estabilidad, solo traerá incertidumbre.
La experiencia en Cataluña nos dejó lecciones que no deberíamos ignorar. La fractura social, la confrontación constante con el Estado y el aislamiento internacional son solo algunos de los problemas que surgieron tras el intento fallido de lograr la independencia. ¿Queremos eso para Euskadi? La apuesta del PNV por defender el «derecho a decidir», junto con la radicalización de EH Bildu, parece alejarnos de la realidad cotidiana de la ciudadanía y acercarnos peligrosamente a un terreno incierto y de gran volatilidad.
EH Bildu y PNV: dos caras de la misma moneda
Aunque históricamente el PNV ha adoptado una postura más pragmática y moderada en comparación con EH Bildu, esta vez ambos parecen caminar hacia el mismo destino, aunque con matices. Bildu sigue manteniendo una postura abiertamente soberanista, hablando de «Euskal Herria» como una nación de siete territorios y reclamando un pleno autogobierno. Por su parte, el PNV, aunque con un discurso más institucional, ha optado por reforzar su propio mensaje soberanista para no perder terreno frente a la izquierda abertzale.
Lo preocupante de esta situación es que ambos partidos están forzando a la sociedad vasca a debatir nuevamente sobre la independencia en un momento en el que la gran mayoría de los ciudadanos, más allá de sus inclinaciones políticas, buscan soluciones prácticas y reales. Nos encontramos en una era de incertidumbre económica y global, donde la cooperación y el diálogo son más necesarios que nunca. Sin embargo, tanto el PNV como Bildu parecen decididos a optar por la confrontación con el Estado, ignorando los riesgos que esto conlleva para la estabilidad y la cohesión social.
¿Qué gana Euskadi con esta postura?
Si algo nos ha enseñado la historia reciente es que los movimientos soberanistas no solo polarizan a la sociedad, sino que también generan incertidumbre económica y política. Los empresarios, inversores y trabajadores buscan estabilidad, y cualquier indicio de inestabilidad territorial puede desincentivar el crecimiento y la inversión. ¿Es eso lo que queremos para el País Vasco? ¿Un escenario donde las discusiones sobre soberanía eclipsan las verdaderas preocupaciones económicas y sociales?
Euskadi ya goza de un nivel de autogobierno que muchas otras comunidades en Europa envidiarían. El Concierto Económico ha permitido una notable prosperidad, y las competencias transferidas han permitido a los vascos gestionar sus propios asuntos con una considerable autonomía. Entonces, ¿por qué arriesgarlo todo por una demanda que no parece tener un respaldo mayoritario claro? Tanto el PNV como EH Bildu deben recordar que el progreso no se mide solo en términos de soberanía, sino en la capacidad de mejorar la vida cotidiana de sus ciudadanos.
¿Confrontación o diálogo?
El enfoque de EH Bildu, abiertamente confrontacional, no sorprende. Su insistencia en hablar de «Euskal Herria» como una nación de siete territorios, un concepto que ni siquiera goza de consenso en el País Vasco, refleja una postura que busca más la ruptura que la cohesión. Lo que resulta más sorprendente es que el PNV, habitualmente un partido moderado y negociador, haya decidido sumarse a este tipo de discurso. Si bien no es una apuesta abiertamente independentista, el «derecho a decidir» que ahora defiende el PNV no es más que una forma velada de avanzar en la misma dirección, lo que solo puede generar nuevas tensiones con el Estado español y dentro de la propia sociedad vasca.
Es evidente que el derecho a decidir se ha convertido en una bandera política, más que en una solución real a los problemas que enfrentamos. En lugar de centrarse en mejorar el bienestar de los vascos, ambos partidos han decidido avivar un debate que solo puede traer divisiones y confrontaciones innecesarias. En este sentido, es legítimo cuestionarse si realmente están pensando en el bien común o simplemente están jugando al desgaste del Estado para mantener el control electoral sobre su electorado más nacionalista.
Conclusión: No es el momento de jugar con el futuro
Euskadi necesita estabilidad, progreso y soluciones prácticas. La insistencia del PNV y EH Bildu en el «derecho a decidir» nos lleva en la dirección opuesta. En lugar de centrarse en los problemas reales que afectan a los vascos, estos partidos están apostando por una estrategia que, aunque pueda parecer atractiva para algunos sectores, corre el riesgo de abrir una herida que costará mucho cerrar.
Es hora de que nuestros líderes políticos abandonen la confrontación y apuesten por el diálogo y la colaboración. La sociedad vasca ya ha pasado por suficientes pruebas y divisiones, y lo que más necesita ahora es mirar hacia adelante, no regresar a debates estériles que solo generan más incertidumbre.